Seattle, 1948 - Un Marinero besa a una mujer mientras sube al autobús en la estación de autobuses en Seattle |
Como el cuerpo al aire: sabemos qué es así, pero también nos damos ese tiempo, en donde nos imaginamos, nos llamamos y hasta nos vemos, casi sintiendo tan tangible esa ilusión. Mientras transitamos en medio del común de las gentes, como gente común que también somos.
—Y viste como es todo... un día agotador —pero no menos inspirador— que nos reúne en átomos (en una perfecta composición) a todo lo que nos rodea. Y los deberes imposibles de eludir, nos hacen transitar muchas veces por veredas rugosas, algunas veces con algún que otro cielo gris o azul adornados de osos polares; Por vías rotas, en trenes desechos, donde los vidrios se empañan —y mientras en él juego y hago garabatos llenándolo con nuestros nombres escritos— espío entre esas líneas y me detengo a ver como cada gota que cae del cielo parece rozar a esos enormes carteles de propaganda... y recuerdo y hasta lo comparo con tus caricias. Veo otras que prácticamente se suicidan y del cielo se dejan simplemente caer... sin acariciar ningún cartel, ninguna columna o farol de la calle: hasta el momento de llegar a la estación; no nos distinguimos, no nos vemos y es entonces cuando percibimos el olor particular uno de cada uno... que nos abrazamos, nos besamos y... ¡Ay! ya nos encontramos.
20/12/09 Cintia V. Rifici ©
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